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Terapia psicológica | Adultos

El adulto acude a consulta cuando ve que todos sus intentos por mejorar su situación fracasan. Esto implica normalmente muchas ganas de mejorar, lo que ayuda en la terapia.

Otras veces, el adulto también puede acudir porque se ha sentido obligado por otra persona y, realmente no se siente convencido de lo que quiere. En estos casos, puede resultar complejo que el paciente colabore.

Lo que siempre está claro, es que una vez que se empiezan a poner en práctica las diferentes técnicas terapéuticas, el paciente mejora y se siente con más fuerza para seguir colaborando en el proceso terapéutico.


La ansiedad es una reacción emocional ante diferentes situaciones ambientales. Se manifiesta a través de preocupación y temor, inseguridad, dificultad para concentrarse y decidir, pensamientos negativos sobre uno mismo, los demás o la vida en general.

Físicamente puede acompañarse de sudores, tensión muscular, palpitaciones, taquicardia, molestias digestivas y respiratorias. En cuanto a nuestra relación con lo que nos rodea puede llevarnos a evitar situaciones concretas, intranquilidad motora (movimientos repetitivos, rascarse, tocarse, etc.), ir de un lado para otro sin una finalidad concreta, tartamudear, llorar, quedarse paralizado, fumar, beber o comer en exceso, dificultad para conciliar o mantener el sueño.

Los trastornos de ansiedad se dividen principalmente en: trastorno de ansiedad generalizada, fobias, trastorno de angustia (con o sin agorafobia), ataques de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés agudo o postraumático. Además, la ansiedad puede acompañar a otras patologías, como la depresión, la hipocondría, el consumo de sustancias, o los trastornos de personalidad; o puede estar favorecida por la presencia de una enfermedad médica. Cada uno tiene sus propias características y síntomas y requieren tratamientos diferentes.
La depresión afecta a todo el organismo, al estado de ánimo, al pensamiento y al comportamiento; puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea conocida o desconocida.

Se manifiesta por un estado de ánimo triste o "vacío", sentimientos de pesimismo o desesperanza, sentimientos de inutilidad, culpa o desamparo, pérdida de placer en actividades que antes sí lo provocaban, alteraciones del sueño, apetito, falta de energía, irritabilidad, problemas de concentración, memoria o de toma de decisiones, molestias físicas diversas, ideas de suicidio o muerte.
Las parejas entran en crisis frecuentemente por una serie de problemas comunes que sobrevienen a la convivencia. La vida de pareja lleva consigo afrontar numerosas cuestiones cotidianas: trabajo, relaciones con terceros, familia, altibajos, dinero, etc.

Muchas parejas afrontan y superan estos problemas, otras no. Lo importante es mantener la fe de que merece la pena encontrar la solución al conflicto y luchar por ello. Es importante identificar y abordar los problemas correctamente y salir fortalecidos una vez que los hemos superado.
El trastorno sexual es un estado funcional o comportamental que interfiere el ejercicio considerado normal de la función sexual. Existen diferentes tipos que afectan a diferentes fases de la respuesta sexual: del deseo sexual, de la excitación, del orgasmo o que implican dolor.

Los trastornos sexuales afectan a un gran número de personas de ambos sexos, siendo en el hombre la disfunción eréctil y en la mujer el deseo sexual inhibido los más frecuentes. Hay evidencias científicas que correlacionan trastornos sexuales y merma en la calidad de vida, con especial afectación de las relaciones personales y de la propia autoestima.
Las técnicas de relajación son una herramienta muy demandada en la sociedad actual donde el estrés y la prisa son fuente de malestar psicológico para gran parte de la población. La relajación, una técnica clásica en psicología, sigue siendo ampliamante utilizada, tanto como fin en si misma, como medio complementario de otros tipos de intervención.

Una persona relajada es capaz de establecer objetivos racionales y planificar mejor las acciones a llevar a cabo para conseguirlos, puede disfrutar de aquello verdaderamente importante y darle a cada cosa sólo la importancia necesaria.
Existen algunas situaciones cotidianas que nos dificultan la comunicación en las relaciones. Puede ser que nosotros las provoquemos, que otras personas las provoquen o que lo hagamos ambas partes.

Muchas personas tienen problemas para establecer relaciones sociales adecuadas. En esto influyen aspectos como la timidez, baja autoestima, sentido del ridículo o vergüenza, miedo a que nos valoren negativamente, que no nos quieran o acepten, que nos ridiculicen, baja empatía, agresividad, etc.
Autoestima es la capacidad desarrollable de experimentar la existencia, conscientes de nuestro potencial y nuestras necesidades reales; de amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener o de las circunstancias externas generadas por los distintos contextos en los que nos corresponda interactuar.

Cuando una persona tiene problemas de autoestima, o una baja autoestima, esto se traduce en una gran cantidad de problemas en diversos ámbitos de su vida. Una persona con baja autoestima suele sentirse más infeliz y mucho más limitada en cuanto a lo que puede o debe hacer.
La agresividad tiene su origen en multitud de factores, tanto internos como externos, tanto individuales como familiares y sociales. La adicción a sustancias y los cambios emocionales del individuo, tanto a un nivel considerado no patológico por los especialistas en salud mental como a un nivel considerado patológico (neurosis, depresión, trastorno maníaco-depresivo o trastorno bipolar) pueden generar también comportamientos agresivos y violentos.

La agresividad patológica puede ser autodestructiva, no resuelve problemas, no es realista y es consecuencia de problemas emocionales no resueltos y también de problemas sociales diversos.
Enfermedad causada por la ansiedad y por una preocupación excesiva por el peso corporal y el aspecto físico, relacionada con la alteración de los hábitos alimenticios comunes. La persona basa en la comida todos los pensamientos y actos que forman parte de su cotidianeidad, sintiéndose hiperdependiente de esa idea, con lo cual el alimento se convierte en el eje a partir del cual gira su vida.

Estas conductas alimenticias pueden o no alterarse voluntariamente, esto está sujeto a factores internos y externos como el nivel de autoestima, presiones familiares, frustración por tener sobrepeso, comparación constante con alguien cercano por parte de un familiar o amigo, etc.
Son problemas relacionados con el hecho de dormir e incluyen dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido, quedarse dormido en momentos inapropiados, demasiado sueño o conductas anormales durante el sueño.

Afectan a la capacidad para conciliar el sueño y permanecer dormido (insomnio), permanecer despierto (hipersomnia o somnolencia diurna excesiva) o a los horarios irregulares de sueño.
La adicción es una enfermedad primaria, que afecta al cerebro, constituída por un conjuntos de signos y síntomas característicos. El origen de la adicción es multifactorial involucrándose factores biológicos, genéticos, psicológicos, y sociales. Los estudios demuestran que existen cambios neuroquímicos involucrados en las personas con desórdenes adictivos y que además existe predisposición biogenética a desarrollar esta enfermedad. La adicción es una enfermedad tratable y la recuperación es posible.

Los tipos de adicciones más conocidas son: alcoholismo, tabaquismo, ludopatía (al juego), drogas, trabajo, dinero, vigorexia (al deporte), sexo, Internet y nuevas tecnologías, comida, cleptomanía (a robar), mitomanía (a mentir o inventar la realidad).
Un variado abanico de problemas psicológicos son los causantes de lo que se conoce como trastornos de la personalidad, conductas que, sin ser una patología mental, limitan enormemente el equilibrio emocional de quienes los padecen. Los trastornos de la personalidad se diferencian de las transformaciones de la personalidad por el momento y el modo de aparición.

Son alteraciones del desarrollo que aparecen en la infancia o la adolescencia y persisten en la madurez. No son secundarios a otros trastornos mentales o lesiones cerebrales, a pesar de que pueden preceder a otros trastornos o coexistir con ellos.