Artículo de psicología | PSICOLOGÍA ARIAS

LA RENDICIÓN

Estaba el mar picado. Una sucesión de espuma saltarina invitaba a sumergirse y liberarse de ese sol abrasador de la Polinesia samoana. En cuanto de zambullía entre las olas, empezó a alejarse de la costa con una sospechosa facilidad.

Cuando quiso volver, una poderosa corriente le arrastraba hacia aquel inmenso y desconocido azul del Pacífico. Forcejea. Jadea. Se agota. Hace señas a lo lejos. Desde la playa, ya lejana, un solitario turista responde a los supuestos saludos.

El abismo de la soledad se abre ante él; después, la desesperación de la impotencia y un súbito terror repleto de imágenes de ahogados.

Rendido a la evidencia, se deja arrastrar mas adentro, aferrado a la esperanza de llegar a otra isla, de que pase una canoa lugareña, de que suceda el improbable milagro…

Desfila su vida, al tiempo que las fuerzas le abandonan.

Han pasado varios minutos, ¿varias horas?, y la corriente circular empieza a devolverle hacia la orilla. Darse cuenta le dio fuerzas para nadar con calma en su sentido.