Niños y Adolescentes
Terapia psicológica | Niños y Adolescentes

Podríamos pensar que los problemas de los niños no son importantes, pero pueden entorpecer el correcto desarrollo psicosocial. Básicamente los padres acuden a consulta porque detectan en el niño problemas académicos, de conducta o emocionales.
No todos los niños son capaces de manejar las situaciones de la misma manera, ni tienen las mismas estrategias, lo que les lleva a sufrir en silencio o a mantener ciertos comportamientos que ni los propios padres comprenden. En ocasiones, los padres acuden por recomendación del colegio o porque ellos mismos detectan algún problema en el rendimiento escolar.
La adolescencia es un período de la vida en la que la confusión es el aspecto dominante. En ella se inician nuevas relaciones con los padres y también con el exterior, se produce una ruptura con el mundo infantil. El adolescente comienza a tener nuevas responsabilidades, tanto académicas como familiares y sociales.
Además los cambios fisiológicos también tienen que integrarse en la vida de los adolescentes de manera que estos puedan ajustarse a su nueva imagen corporal. Deben adquirir los recursos necesarios para hacer frente a todos esos cambios y, en ocasiones, las estrategias que adoptan no son las más adecuadas.

Puede tener causas muy diversas: alguna dificultad en ciertas capacidades o habilidades, problemas de conducta, hábitos inadecuados, falta de una correcta técnica para el estudio, falta de motivación, baja autoestima, falta de atención, problemas en casa, en el colegio, o en la relación con los compañeros, etc.

La conducta es problemática si no cumple con las expectativas de la familia o causa perturbación. Se manifiesta principalmente mediante actitudes desobedientes, rabietas, desafíos a las normas, agresiones, malas contestaciones, llamadas de atención para salirse con la suya, etc.

Las causas pueden ser el miedo a situaciones nuevas, herencia genética o por aprendizaje, una personalidad introvertida, la sobreprotección por parte de la familia, una baja autoestima o inseguridad.

El niño "con fobias" siente un miedo irracional y desproporcionado respecto a un objeto o situación real que se lo provoca; él lo vive como una "auténtica" amenaza, de ahí la angustia y el pánico que le suscita. Una situación de miedo pasa a ser fóbica cuando el niño la evita sistemáticamente.
Las obsesiones en niños suelen tener como protagonista el miedo a sufrir un daño propio o de los seres queridos, a la suciedad y a la muerte. Para controlar ese miedo el niño puede llevar a cabo rituales como el lavado de manos, rituales al acostarse, manipulación o conteo de objetos, etc.

Puede que su inicio sea un acto intencional pero, rápidamente, pasan a ser involuntarios. Los más frecuentes constan de guiños de ojos, muecas y carraspeo.

Los rasgos principales del TDAH son, por una parte, la dificultad para sostener la concentración (déficit de atención), sobretodo en circunstancias que ofrecen baja estimulación y, por otra, la falta de inhibición o control cognitivo sobre los impulsos, frecuentemente asociadas con inquietud motora (hiperactividad-impulsividad). Estos dos conjuntos de signos pueden aparecer por separado o combinados.

Desde el punto de vista neurológico, se asume que el Déficit de atención es un trastorno de la función cerebral en niñ,os, adolescentes y adultos, caracterizados por la presencia persistente de síntomas comportamentales y cognoscitivos como la deficiencia atencional, la hiperactividad y la impulsividad.

Se conoce como encopresis a la evacuación repetida de heces en lugares inadecuados (p. ej., vestidos o suelos), sea involuntaria o intencionada, sin causa orgánica que lo justifique y que sobreviene al niño mayor de 4 años o edad o con un nivel de desarrollo equivalente. Por lo menos un episodio al mes durante un mínimo de 3 meses. Se asocia frecuentemente con la enuresis. Frecuentemente sobreviene durante el día, contrariamente a la enuresis. Tal como la enuresis, es un signo de perturbación de las primeras etapas de la maduración de la personalidad.

Por otro lado, a muchos niños (sobre todos los adolescentes) les preocupa su aspecto y pueden sentirse acomplejados con su cuerpo. Esto puede ocurrirles sobre todo cuando están atravesando la pubertad y experimentando cambios físicos importantes y enfrentando nuevas presiones sociales. Por lo general, los trastornos de la alimentación se asocian a autocrítica, pensamientos y sentimientos negativos sobre el peso corporal y la comida y hábitos alimenticios que interfieren con el funcionamiento normal del cuerpo y las actividades diarias.

En la mayoría de casos, comienzan a detectarse estas alteraciones desde las primeras edades, siendo su evolución crónica. En contadas ocasiones las anomalías se presentan después de los cinco años de edad.